jueves, 21 noviembre 2024
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EL ORIGEN DE LA RADIO

(en clave de humor)
=Artículo publicado en la revista URE nº 63 – marzo 1956 (Pág. 46)=

 
Por Vicente Gaspar Huelbes

¡Radio, Radio! Tienes nombre de mujer…

Esta hermosa frase es atribuida a los hermanos Montgolfier en el momento de su muerte. Lo que aún no está claro es si la pronunciaron al morir o murieron al pronunciarla, de la misma emoción. El caso es que nada más decirla, murieron, un poco después palmaron y al poco rato fallecieron, pues eran muchachos a los que gustaba dejar las cosas bien rematadas.

La palabra Radio se deriva del griego RADIO, que quiere decir Radio. No falta quien asegura que la verdadera denominación es RAD, que es abreviatura de Ruido A Domicilio, sólo que se dice radio como se dice decibelio en vez de decibel y amperio por ampére.

Hoy (marzo de 1956) hace exactamente noventa y cinco años que la radio aún no había sido inventada. Los aficionados de entonces también se reunían, pero se aburrían mucho, pues no podían decir nada de Braulio (el entonces muy popular EA4 Batería Vieja) (que tampoco había sido inventado), ni de las maracas (antena multibanda muy conocida creada por EA4 Digo Yo), ni de nada. En realidad, se reunían para esperar; leían los periódicos con ansiedad en espera de la noticia que anunciara el invento de la Radio. Tenían sus ochocientas siete (válvula usual en los transmisores de aficionados), sus seis Londres seis (válvula también usual), pero como no podían aplicarlas en ningún sitio, se desesperaban. Los que tenían aptitudes tocaban instrumentos de música formando una orquesta, que fue el origen de la banda de aficionados. Se oían diálogos como éste: ¡Tengo una gana de que se invente la radio!.¿Para qué?. Pues para hacer una llamada general.¿En qué frecuencia la harías ?.Pues en la que hubiera un QSO, para tener la seguridad de estar en la banda.(consecuencia de la falta de calibración de ciertos equipos de amateur).

Hubo uno que hasta construyó un chino (transmisor muy conocido ideado por EA4 Digo Yo), pero como no tenía donde enchufarle, fracasó rotundamente. Diez años después se construyó una emisora cuyas lámparas eran de petróleo, y claro, las ondas salían negras, mezcladas con el humo, y si bien tenía la ventaja de ser perfectamente visibles y saber dónde se quedaban cuando había mala propagación, en cambio donde quiera que llegaban lo ponían todo perdido, además de oler a demonios. Esto hizo que también fracasara. En estas andaban cuando, por fin, se inventó algo de la electricidad por un tal Ofile, que inventó el recibo de la luz. Fue acogido con gran júbilo por los aficionados, pues si bien representaba la parte peor de la electricidad, no se podía negar que ya era algo, y creó un ambiente de esperanza.

La cosa estaba al caer y fue así: Al más joven de los aficionados, como más inquieto, se le ocurrió meter los dedos en un enchufe y recibió una hermosa sacudida. Extrañado por el fenómeno, consultó con un especialista en sacudidas, el que le dijo que eso pasaba siempre, que era cosa corriente, y de ese modo se descubrió que lo que daban los enchufes era corriente, que era lo que necesitaban, y así quedó descubierta la electricidad en forma de corriente. Desde entonces los enchufes son buscadísimos, pues los hay de un rendimiento enorme.

Una vez que ya se sabía de dónde sacar la corriente, los acontecimientos se sucedían con rapidez vertiginosa; se inventó el calambre, la cinta aisladora, el contador, las restricciones (de corriente eléctrica), el no funciona…

No tardó mucho en aparecer la primera emisora eléctrica, pero tan escasa de potencia, que no podía ser oída más que por un solo receptor. Más tarde se perfeccionaron y las hubo que llegaban hasta cinco receptores. Lo mismo que hay coches de cuatro o más plazas, así eran las emisoras de entonces: en cuanto se ponía un receptor más, ya no oía nadie y ya estaba el lío armado. Hubo un nuevo rico que tenía dos receptores, y como tenía dos radios, le llamaban el tío diámetro.

De entonces a nuestros tiempos, los perfeccionamientos han sido muchos; para demostrárselo a un incrédulo le cité en casa a una hora en que estaba de acuerdo con mi hermano (Francisco, EA5EI), para que viera con qué facilidad se sostenía una conversación entre Madrid y Albacete, y, en efecto, salió mi hermano, llamándome; pero se me adelantaron tres colegas con más potencia que yo a los que hubo que contestar; después se dieron otros cuatro comprendidos, se probaron tres micrófonos en sus cinco posiciones distintas, se cambió de frecuencia dos veces eludiendo una broadcasting; se fue la propagación y a las dos horas lo tuvimos que dejar sin haber cruzado una sola palabra con mi hermanito.

EA 4 EX